El Nuevo Pueblo de Israel

El significado del pueblo de Israel.

El nombre de Pueblo de Israel viene del que recibió Jacob después de superar la gran prueba del paso de Penuel, donde un hombre que resultó ser un Ángel de Dios, le salió al paso y le evitó continuar su camino, pero Jacob luchó con él hasta el amanecer sin mostrar cansancio y al percatarse de que ese extraño era un ser divino, lo retuvo mientras el ángel decía (Gen. 32:26-31):

“32:26. Y le dijo: Déjame ir, que ya raya el alba. Jacob respondió: No te dejaré ir, si antes no me das la bendición.
32:27. ¿Cómo te llamas?, le preguntó el ángel. El respondió: Jacob.
32:28. No ha de ser ya tu nombre Jacob, dijo entonces el ángel, sino Israel; porque si con el mismo Dios te has mostrado fuerte, ¿cuánto más prevalecerás contra todos los hombres?
32:29. Preguntóle Jacob: Dime ahora, ¿cuál es tu nombre? Respondió: ¿Por qué quieres saber mi nombre? Y allí mismo le dio la bendición.
32:30. Por donde Jacob llamó aquel lugar Fanuel, diciendo: Yo he visto a Dios cara a cara, y mi vida ha quedado en salvo.
32:31. Al punto que partió de Fanuel, le salió el sol; mas él iba cojeando de un pie”.

Israel se traduce como: El que lucha con Dios o Lucha de Dios o Fuerza de Dios; como se entienda, el nombre de Israel aplicado a un pueblo, se refiere al PUEBLO QUE LUCHA JUNTO CON DIOS, DEL LADO DE DIOS O QUE ES LA FUERZA DE DIOS SOBRE LA TIERRA; entonces, el Pueblo de Israel es un verdadero ejército de la Divinidad sobre la Tierra, lucha incansablemente en contra de todo lo que sea opuesto al Eterno y en pro del plan divino que él ha diseñado para el mundo y la humanidad. Todo lo anterior entraña una Gran Alianza, alianza entre el Altísimo y un pueblo de la tierra, un pueblo que sólo Dios en su eterna sabiduría y con base en sus misteriosos designios (que a veces son incognoscibles para el hombre), elige para realizarla.

Pero como sucediera con Jacob en el paso de Fenuel –que significa cara de Dios-, para que algún pueblo merezca recibir el nombre de Israel y la categoría de “Escogido por Dios para formar su Alianza”, debe primero  ser probado y luchar hasta los límites de su extenuación,  además salir airoso de esa lucha; sólo habiendo luchado con Dios y con los hombres y salir airoso, aquel pueblo podrá llamarse Israel.

El Nuevo Pueblo de Israel.

Conforme a las escrituras quien fue señalado por el Altísimo para restablecer las tribus de Israel fue Elías (Eclesiástico 48:10-11), que en este tiempo se le conoce como Roque Rojas y que para cumplir su cometido dejó la firma espiritual de Dios que se entrega a través de la Sagrada Marca para la reinstauración de las Doce Tribus de Jacob, y con ello de un Nuevo Pueblo de Israel regenerado y restituido, con una nueva misión y un nuevo sendero.

Diez de las doce tribus hebreas (con excepción de la de Judá y Benjamín), desaparecieron o casi nada se sabe de su destino hasta nuestros días, son tribus que se han perdido en su totalidad al pasar a ser todas judías.

La misión del Nuevo Pueblo de Israel.

Por lo anterior, las doce tribus reinstauradas en occidente, son un pueblo totalmente nuevo, escogido por Dios para hacer su nueva alianza y con nuevas misiones encomendadas, principalmente: la unión de los padres con los hijos y de los hijos con los padres; preparar el camino para que la humanidad se encuentre dispuesta y preparada, antes de la llegada del Día Grande y Temible del Altísimo y recibir al Rey de Israel.

De hecho y por derecho la misión del Nuevo Pueblo de Israel es la de Elías, la cual fue expresada por el Hijo de Dios Jesús de Nazareth en el siguiente pasaje (Marcos 9:11):

“Y él les respondió: Elías realmente ha de venir antes de mi segunda venida y restablecerá entonces todas las cosas”.

Se podría decir incluso, que quienes deben preparar la anunciada segunda venida del Unigénito de Dios como está prometida en las escrituras, son los componentes del Nuevo Pueblo de Israel (Apoc. 22:7,14, 16,19, 20 y 21):

“22:7. Mas he aquí, dice el Señor, que yo vengo a toda prisa. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.”
“22:14. Bienaventurados los que lavan sus vestiduras en la sangre del Cordero, para tener derecho al árbol de la vida y a entrar por las puertas de la ciudad santa”.
“22:16. Yo, Jesús, envié mi ángel a notificaros estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz, o estirpe, y la prosapia de David, el lucero brillante de la mañana”.
“22:19. Y si alguno quitare cualquiera cosa de las palabras del libro de esta profecía, Dios le quitará a él del Libro de la vida y de la ciudad santa, y no le dará parte en lo escrito en este libro.
22:20. El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente yo vengo luego. Así sea. Ven, ¡oh Señor Jesús!
22:21. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.”

Es decir, los marcados de las doce nuevas tribus deben preparar ese momento, así como Juan Bautista preparó el camino para la misión del salvador del mundo entre los judíos, ello se corrobora pues en el Sublime Sermón de los Proverbios, Roque Rojas nos dice (Proverbio 16º):

”Yo no soy el Rey, sólo vengo a prepararte para hacerte digno de recibir al Rey”

El Rey es el Verbo de Dios (Apoc. 19:13,16):

“13. Y vestía una ropa teñida o salpicada en sangre; y él es y se llama el VERBO DE DIOS.”
“16. Y tiene escrito en su vestidura y en el muslo: Rey de los reyes y Señor de los señores”.

Así el Nuevo Pueblo de Israel recibirá al Unigénito pero ya no como Cordero Inmolado sino como León Vencedor de la Tribu de Judá, no como cristo crucificado, sino como Verbo Triunfador en la gran batalla contra la Bestia en el Día Grande y Terrible del Señor.